AUTOBIOGRAFIA
Notas sobre mi relacion con la escritura y la lectura
Mi primer encuentro con la lectura fue a mis 14 años. Toda mi vida fui a un colegio demasiado exigente, entonces desde muy temprana edad fui expuesta a distintos libros de diferente niveles de dificultad, pero fue en mi segundo año cuando me mandaron a leer "Rafaela" de Mariana Furiasse. Fue ahí, cuando por primera vez disfrute de verdad la tarea de lectura. Me lo comí en menos de tres días, debido a que me sentía muy identificada con la protagonista. Sentía mi vida plasmada en esas hojas, de una manera tan pero tan real que no podía dejar de leer. Desde ahí, me di cuenta que si me gustaba leer. Y desde que entendí eso, no pare. Comencé a leer libros en pdf y cuando obtuve mi primer sueldo, pude comprar distintos tipos de libros en las librerías.
Como era mas chica, leía libros de romance adolescente, poniendo expectativas inalcanzables en mi mente. Luego, me interesé más por misterios y aquellos libros que tenían giros inesperados. Fáciles de leer con mucha trama interesante.
Con la escritura, fue distinto. Porque por más de que en el colegio me hacía escribir, no me hallaba en lo absoluto. Hasta que una noche, sola, en mi cuarto. No podía soportar más mis pensamientos, y decidí volcarlos sobre un cuaderno que había en mi cuarto. Y fue liberador, increible. Exteriorizar todo mi interior y poder sacar un peso de encima.
Nunca fui de escribir ficción, aunque si no puedo negar que cuando tengo una idea en la cabeza me dan ganas de escribir. Pero no me termina saliendo como espero, o quizás no me gusta como escribo. Me gusta escribir poemas pero debo admitir que no son de los mas felices. Únicamente escribo cuando estoy mal, o triste. Me cuesta mucho escribir cuando estoy bien, y lo uso mas como un mecanismo de defensa para evitar ponerme peor.
Momentos significativos en mi vida
El primero se pudo haber dado cuando mi mejor amiga a nuestros ocho años, no se le ocurrió mejor cosa que decirme "gorda" con una connotación super negativa. Fue un antes y un después en mi vida, ya que la percepción sobre mí dio un giro rotundo. Comencé a verme fea, preocupada por cosas que una niña a esa edad no se debe preocupar. Ni fijarse siquiera, pero yo si. Comencé a desarrollar un miedo interno en donde me autoconvencia de que no podía subirme al trampolín de las casas de mis amigas porque lo iba a romper, o no debía sentarme en las sillas de plástico porque las iba a quebrar. Jamás me atrevía a mostrarme sin un buzo puesto, y ni hablar sobre disfrutar la pileta en los días de calor con mis amigas. Nunca volví a sentirme como antes, si es siquiera que existe un antes. Ese antes nunca lo viví, porque aprendí a odiarme antes que amarme, y eso no se puede cambiar.
El segundo momento habrá sido el divorcio de mis padres, a mis 10 años. En ese momento, no fui capaz de aceptar que ya no eramos mas una familia tradicional. Y llore, grite y patalee como si fuese un capricho que con un llanto, se podía cumplir. Por supuesto, eso no fue así. Para el colmo de todas las cosas, toda mi vida asistí a un colegio privado católico apostólico romano, en donde básicamente no se cree en el divorcio, y las mujeres divorciadas no tienen permitido tomar la comunión. Entonces, estaba muy mal visto en las demás familias, que una cosa de esa índole sucediera. Es por esto, que yo al principio, lo ocultaba. No le conté a mis amigas más cercanas y no la dejaba a mi madre comunicarlo por el grupo de whatsapp de las demás. Yo queria ser igual a mis amigas, y ya tenia mas de un factor que me hacía ser diferente. Ya sea por mi físico, o por el dinero que no tenía, o por mi casa que era más pequeña que de las demás, o lo que sea. Ahora también se agregaba, los padres divorciados.
El tercer momento pudo haber sido hace relativamente poco, cuando termine el colegio en el 2021. Y mi vida cambio al cien por ciento. No sabia que estudiar, mis padres tampoco me presionaban mucho para que haga algo al respecto, trabajaba de algo que no me gustaba en lo absoluto, y mis amigas que consideraba como hermanas se fueron distanciando poco a poco de mi vida. Y por primera vez en mi corta vida, sentí lo que la verdadera soledad significaba.
AUTOBIOGRAFÍA
Que difícil es hablar de uno mismo sin sonar arrogante. Sin dar demasiados detalles sobre mi vida privada que luego me pueda jugar en contra, sin darle pena al lector pero al mismo tiempo sin aburrirle con elementos innecesarios. Así que dicho esto, voy a tratar de hacer mi autobiografía lo más ameno posible, yendo al punto sin dar muchas vueltas. Además, porque detesto sentirme vulnerable.
Me llamo Carolina Gibelli, tengo veinte años y toda mi vida tuve la "suerte" de vivir en la misma casa, del mismo barrio, en donde fui al mismo colegio desde mi infancia hasta mi egreso de la secundaria, y tuve las mismas amigas de siempre. Mi vida siempre era la misma hasta el divorcio de mis padres, cuando tenia tan solo diez años.
En ese momento, no fui capaz de aceptar que ya no eramos mas una familia tradicional. Y llore, grite y patalee como si fuese un capricho que con un llanto, se podía cumplir. Por supuesto, eso no fue así. Para el colmo de todas las cosas, toda mi vida asistí a un colegio privado católico apostólico romano, en donde básicamente no se cree en el divorcio, y las mujeres divorciadas no tienen permitido tomar la comunión. Entonces, estaba muy mal visto en las demás familias, que una cosa de esa índole sucediera. Yo lo único que anhelaba a esa edad, era ser igual a mis amigas, y lamentablemente para mi suerte, ya tenia mas de un factor que me hacía ser diferente. Ya sea por mi físico, o por el dinero que no tenía, o por mi casa que era más pequeña que de las demás, o lo que sea. Ahora también se agregaba, los padres divorciados.
Por suerte, en esos tiempos tan oscuros, encontré el libro que me ayudó a salir de mi victimización constante, o quizas el me encontro ami. Se llama "Rafaela", de Mariana Furiasse. Fue ahí, cuando por primera vez disfrute de verdad la tarea de lectura que el colegio me obligaba a tener. Me lo comí en menos de tres días, debido a que me sentía muy identificada con la protagonista. Sentía mi vida plasmada en esas hojas, de una manera tan pero tan real que no podía dejar de leer. Desde ahí, me di cuenta que si me gustaba leer. Y desde que entendí eso, no pare. Comencé a leer libros en pdf y cuando obtuve mi primer sueldo, pude comprar distintos tipos de libros en las librerías.
Con la escritura, fue distinto. Porque por más de que en el colegio me hacía escribir, no me hallaba en lo absoluto. Hasta el año del 2021, cuando termine el colegio. Y mi vida cambio al cien por ciento. No sabia que estudiar, mis padres tampoco me presionaban mucho para que haga algo al respecto, trabajaba de algo que no me gustaba en lo absoluto, y mis amigas que consideraba como hermanas se fueron distanciando poco a poco de mi vida. Y por primera vez en mi corta vida, sentí lo que la verdadera soledad significaba. No podía soportar más mis pensamientos, y decidí volcarlos sobre un cuaderno que había en mi cuarto. Y fue liberador, increible. Exteriorizar todo mi interior y poder sentir que saque un peso de mi cuerpo. Jamás lo compartí con nadie, y tampoco pienso.
Hoy, a mis veinte años, en mi corta vida, miro hacia atrás y veo cómo cada uno de estos momentos me ha moldeado. He aprendido a encontrar consuelo en las palabras, tanto leídas como escritas, y a transformar la vulnerabilidad en una fuente de fuerza. Aunque el camino ha sido difícil, cada desafío ha contribuido a formar la persona que soy hoy, una persona que sigue buscando su lugar en el mundo, con un libro en una mano y un cuaderno en la otra.
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