MICROCUENTO DE LOS SUEÑOS
MICROCUENTO DE LOS SUEÑOS
La nostalgia traicionera
Góndolas y góndolas, buscando las provisiones necesarias para poder vivir. Solo camino, buscando algo que realmente no necesito. El lugar es pequeño, y los colores propios del establecimiento hacen que me pierda en su juego.
A lo lejos, la veo, parada frente a las heladeras de la isla de congelados; A La Nostalgia, quién me observa con sus ojos penetrantes, característicos de su presencia, acompañados de la inmensa calidez que emana su cuerpo. Enseguida, me incomodo, preparándome para lo que sé que está por venir.
Dicho y hecho, mi cruz aparece. Con su pelo rubio largo hasta donde lo recuerdo y su sonrisa que solía contagiar a la mía, se acerca hacia mí. No quiero verla, no quiero tenerla a mi lado. Intento evitarla, esquivarla, pero como siempre, ella me encuentra. Esta vez, preguntándome si podemos conversar.
Con La Nostalgia como su aliada, forman un dúo inquebrantable que me encadena poderosamente.
Intento resistirme, pero no puedo. Ellas me persiguen y no me dejan ir. Estoy obligada a mirar esos ojos que tanta empatía alguna vez transmitieron, mientras La nostalgia me susurra al oído un sinfín de recuerdos, invadidos por emociones pasadas. No basta con que no quiera, ya que con un simple chasquido de sus dedos, La Nostalgia nos teletransporta hacia donde ella quiere.
Aparezco en esa casa, en donde los recuerdos están más vivos que nunca, acompañados de sentimientos profundos que había asegurado destruir. Pero luego de tanta resistencia, ellas, juntas, consiguen mi voz. Logran su propósito, y terminó abriendo puertas que había jurado cerrar. Siento y veo, que no me duele tanto como antes. Y el perdón, no parece ser imposible.
Pero así como La Nostalgia regala, también arrebata. Y de este modo, despierto en este cuarto oscuro a lo que se llama la soledad pero que es tan familiar que me conforta.
PRECUELA DE LA NOSTALGIA TRAICIONERA
Rio, mientras camino por los pasillos del colegio, acompañada de la persona más parecida a mí del lugar. Deambulamos por todo el edificio, mientras charlamos con un grupo de amigas, sin saber lo afortunadas que somos de tenernos unas a las otras.
La nostalgia nos saluda a lo lejos, y nosotras nos acercamos para abrazarla y charlar con ella. La quiero mucho, cada vez que hablamos con ella terminamos recordando los mejores momentos que compartimos todas juntas.
El recreo al lado de ellas, parece terminar en segundos. Provocando un sentimiento pasajero de tristeza, que solo dura unos segundos. Me despido de mi otro yo con un abrazo, mientras cada una entra a su respectiva clase.
Las horas pasan, hasta que el final del día escolar, llega. Y me reencuentro con mi mejor amiga en la salida del colegio, invitandome a dormir a su casa como todos los miércoles. Como de costumbre, yo no dudo en aceptar. Basta con solo un llamado a mis padres para confirmar el programa, y me dirijo al auto con sus hermanos y hermana. Los saludo a cada uno, y reímos durante la media hora de recorrido de vuelta.
Llegamos a su casa, que a este punto considero propia, y abrazó a sus padres que quiero como si fueran míos. Mientras almorzamos, charlamos sobre el dia de hoy. Reímos, bromeamos y nos ponemos al tanto sobre nuestros respectivos días.
Vemos una película, mientras cocinamos unas galletitas, y a carcajadas jugamos sobre tonterías que se nos van ocurriendo en el momento. La tarde pasa, y la noche llega.
Comemos en familia en la mesa de comedor, y agradezco por la deliciosa comida que me sirvieron. Es hora de irse a dormir, así que me despido de todos y juntas nos dirigimos al cuarto de servicio. A veces dormimos en su habitación compartida con su hermana menor, pero hoy por alguna razón queríamos charlar solas. Me presta un remeron de piyama y me dirijo al baño para lavarme los dientes. Agarro mi cepillo que tengo en su casa, y me cepillo los dientes. Luego de unos buches, me tiro en la cama para ver tik tok. Ella hace lo mismo, en su respectiva cama y cada una, se encuentra absuelta en su mundo. Reina el silencio por un momento, y logró irme a dormir, en paz y tranquila por pocas veces en mi vida.
La nostalgia nos observa, y no se en que momento entro al cuarto. Pero me llama la atención que nos visite a estas horas de la noche, debido a que ella siempre esta cuando nos reunimos con nuestras otras amigas. Nos mira a cada una en su cama, y para antes de que pueda abrir bien los ojos, desaparece y no la vuelvo a ver hasta un buen tiempo.
Sin saber que para esta altura, del año siguiente, ya no íbamos estar hablando y mi corazón iba a estar roto por primera vez en mi vida. Y no por un hombre, sino que por mi mejor amiga.
Es un cuento muy triste, Carolina, está muy bien construida la narradora, que representa el mundo sin explicarlo. ¡Felicitaciones!
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